A través de su carrera, Fernando Alonso ha sido un piloto muy exitoso, pero de contrastes. Sol en Renault en su primera etapa y sombra en su segunda que fue empañada por las nubes del triunfo de Singapur en el cual hicieron chocar a Nelsinho Piquet para beneficiarlo; sol en Ferrari con años épicos como 2010 y 2012 y años de sombra como los de su despedida de la Scuderia; sol en 2007 en McLaren pese a no conseguir el título y sombra obscurísima en su segunda era con los de Woking y sus asociados de Honda.
Ahora en el ocaso de su carrera, NUESTRO EDITOR encuentra que Alonso tiene un aliciente más para asegurar su inmortalidad y ese es la Triple Corona del deporte motor, de la que ya ha logrado la primera parte con su victoria en el GP de Mónaco y aquí encuentra otra vez esa dualidad con el resplandor de ser de los grandes vencedores en Le Mans –la segunda parte de la tripleta–, y la ausencia de color al ser parte de los mayores fracasos en la tercera joya de la corona, la Indy 500. Sol y sombra, pues…
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