La clave de la contribución de Ecclestone para la F1 reside en «cinco décadas»: Eso es el tiempo que el octogenario (cumplió 86 años el octubre pasado) ha tirado y empujado y doblado el deporte a su propia imagen.
En pocas palabras, si la F1 fuera una entidad viva, sería alguien despeinado, de baja estatura, y respondería al nombre de ‘Bernie’, ya sea por los aficionados o por los reyes y para los empleados ‘MR E’.
Ecclestone realmente llegó a escena en 1972 al haber comprado el equipo de Brabham. Aun que ya había estado inmerso en la categoría por más de 10 años previos. En la década de los 60 fue el manager de su amigo cercano, Jochen Rindt, hasta antes de la muerte del austriaco.
La posesión del equipo fue menos dolorosa, explicó Ecclestone, y dentro de una década sus Brabhams ganaron campeonatos mundiales.
Posteriormente, él (con su amigo íntimo, el abogado Max Mosley) llegaron a la FISA, el entonces cuerpo de gobierno. Como era de esperarse, Bernie venció a los ‘Blazers’, y como resultado consiguió el acuerdo de la concordia y los derechos comerciales de F1 (de FOCA, la asociación de los equipos).
Ecclestone reconoció que el verdadero negocio estaba en la televisión y por lo tanto, encadenó acuerdos en nombre de la FOCA, ganando millones para sí mismo (primero) y el resto (segundo), pero la verdadera recompensa llegó cuando adquirió los derechos comerciales de la F1. En menos de 10 años pasó de multimillonario a doble billonario antes de vender los derechos tres veces.
El Formula One Management es, sin duda, la entidad más vertical del deporte, controlando los canales de TV, los pases de paddock, la agencia de viajes de F1, la señalización y la hospitalidad y, evidentemente, la Comisión F1 que enmarca los reglamentos de F1 antes de enviarlos a la FIA para su ratificación.
En el proceso, Ecclestone transformó lo que fue un pasatiempo para los entusiastas que viajaban por el mundo con el coche a cuestas, complicándose por dinero en cada vuelta, en el mayor bloque deportivo del mundo.
Tras haber dicho todo eso, Ecclestone no es perfecto: Tal como su firme negativa para dejar a un sucesor (hasta que Liberty intervino y lo reemplazó con Chase Carey).
El astuto espectáculo que creó sin la ayuda de amigos pudo implosionar o, al menos, experimentar un renacimiento doloroso.
Pero en el epitafio de Bernie se leerá que él cambió la F1 y por lo tanto todo el automovilismo, mayormente para bien.
Este texto apareció originalmente en la edición del 21 de julio de 2016 de Autosport como parte de las 50 personas que cambiaron el deporte motor.