En los años 60 fue la pilota más destacada en el rallismo francés y en 1971 rompió la barrera del sexo en Le Mans cuando fue aceptada para correr con el equipo Greder Racing, cuyo dueño, Henri Greder, era su copiloto.
Ella recuerda: “No fui la primera en Le Mans, ya habían corrido mujeres antes, pero desde 1954 no corría ninguna porque a raíz del accidente de 1955, el presidente del Automobile Club de L’Ouest (ACO), organizador de las 24 Horas de Le Mans, decidió que no quería que una mujer muriera en su carrera. Los hombres estaba bien, eso era considerado natural –se ríe– pero nosotras no, y no se aceptaban mujeres. Pero el presidente del ACO murió y en 1970 pedimos la inscripción que se aceptó para 1971, aunque sujeta a una prueba en pista”.
La prueba fue en 1971, en la tradicional preparación para Le Mans en abril y Marie Claude explica: “En los ensayos de Le Mans, pusieron comisarios adicionales en los puestos de control para reportar acerca de mi manejo y ver específicamente si yo conducía bien el auto que era un Corvette estadounidense. Claro que eso no fue problema, yo ya era bicampeona de Francia de rallies para entonces y manejaba bastante bien, y pasé las pruebas sin un solo dato u observación en contra, por lo que no tuvieron más opción que dejarme correr”.
En tiempos del feminismo rampante de quema de brassieres y liberación social, eso llamó mucho la atención, pero Marie Claude expone sus razones: “Yo no era feminista y esa no era la idea. Yo era una mujer que conducía autos de carreras y para mí Le Mans era una progresión natural en mi carrera. Corrí seis años seguidos y en 1975 con Lella Lombardi –única mujer en obtener puntos en la F1– estuvimos consideradas entre los favoritos para ganar las 24 Horas, de hecho, estuvimos en segundo sitio un buen tiempo, pero el auto falló. Para mí correr en Le Mans era una etapa más en mi vida profesional, ser mujer no tenía que ver, yo siempre había corrido contra hombres. Yo no corrí por hacer una declaración de principios, corría por el placer de manejar dando mi máximo”.
Lo que nunca le llamó la atención fueron los monoplazas, como comenta: “Hice pruebas en F2 gracias a Elf, pero la verdad no me convenció pues yo no tenía experiencia previa y sentí que no iba a poder cumplir la expectativa alta que tenía de mí misma; por eso preferí no correr en monoplazas y seguí con GTs. Pero 1976 fue mi último año en la pistas”.
Posteriormente cambió el rumbo, pero no la afición: “Me quedé con Renault, con los que había corrido el Alpine con Lella, como especialista de relaciones públicas y estuve en su regreso a la Fórmula Uno y ahí permanecí hasta el final de 1982. Luego decidí pasarme al otro lado, volverme periodista, pues me gusta mucho el contacto con la gente, casi tanto como correr. Y aquí sigo”.
Y en los grandes premios de F1 se le puede ver con su chaleco de fotógrafa, reportando como periodista libre para diversas publicaciones, algo en lo que también es de las pioneras en el deporte motor.