Tal pareciera que el mismo estilo que los suecos imprimen en sus muebles y cocinas, lo hacen también con sus autos. Para muestra la generación nueva de la Volvo XC90, una SUV premium de siete asientos que llega en su segunda generación después de casi 13 años que duró la primera, algo raro pues en ese tiempo lo normal es que un auto pase por dos o incluso tres generaciones. Este caso es distinto, pues la marca estuvo cerca de la bancarrota hasta que fueron rescatados por los chinos de Geely, quienes han invertido para revivir la marca, pero no han asomado las narices a la hora de sentarse en las mesas de diseño y durante el desarrollo de tecnología, algo que se nota.

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En gustos se rompen géneros, es cierto, pero lo que es innegable es que la XC90 resulta elegante y bien proporcionada a primera vista. Lejos de recargar su figura con líneas rebuscadas como hacen otros –los japoneses, por ejemplo– los escandinavos recurren a trazos suaves, limpios, sin sobresaltos. Lo más distintivo es el frente, enmarcado por enorme faros rectangulares que también ya fueron vistos en el sedán S90 próximo.

Por dentro es una sala de esas que se encuentran exhibidas en IKEA, de acabados buenos y una simpleza que raya en la austeridad. Aquellos acostumbrados a los controles clásicos de perillas y botones, podrán sentirse incómodos y hasta frustrados porque ya todo es digital, todo es “touch screen”, todo es multimedia; aquellos que se autodenominen como “geeks” encontrarán en la XC90 el coche de sus sueños, aunque los más veteranos echamos de menos algunos mandos más convencionales.

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Hay espacio para siete pasajeros, aunque la verdad es que cinco irán mucho más cómodos, todos rodeados de una lista completa de elementos de seguridad y comodidad. Por su parte, el motor encargado de ponerla en movimiento es un cuatro cilindros de apenas 2.0 litros, pero asistido por un supercargador y un turbo. El primero ayuda a que el motor responda con contundencia en la parte baja del cuenta vueltas, mientras que el segundo entra en acción plena superadas las 3,000 rpm. El resultado son 320 caballos y 295 lb/pie de torque que llegan al piso vía una transmisión automática de 8 velocidades, permitiendo una aceleración lineal, sin vacíos ni “jalones” gracias a las turbinas.

Todo eso cuesta, pues la XC90 2016 supera ya el millón de pesos en algunas versiones. Sus rivales naturales son Audi Q7, BMW X5, Mercedes GLS y VW Touareg.

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VÍCTOR ORTIZ