No nos llevamos del todo bien con el Volkswagen Polo GTI anterior. Era lo suficientemente bueno de forma modesta, pero mientras que sus rivales noquearon la glándula suprarrenal, el Polo apenas logró dar un empujoncito a la razón, siempre recordándonos lo económica y fácil que es la vida a su lado. En el centro de su lógica se encontraba su tren motriz, una combinación aburrida de la caja automática de doble embrague y motor biturbo TSI que fue su mayor falla, siendo tan fornida y excitante como pelearte con un periquito borracho.

Consecuentemente, lo mejor de la versión nueva es su reemplazo total. La caja de doble embrague aún es opcional, pero recomendamos quedarse con la manual de seis velocidades, misma que manejamos para este artículo. Con la “caja nueva” llega el motor de gasolina de 1.8 litros, una variante del EA888 que produce 189 caballos a 4,200 rpm y 236 lb/pie de torque desde 1,450rmp.

Un motor de mayor capacidad mejoró el atractivo general del Mini Cooper S. Aunque el estándar era bajo por la falta de espíritu de su predecesor, evidentemente este Polo es más animado y te involucra modestamente más. Una presencia mayor y una banda sonora más profunda ayudan, casadas con un arranque halagador que no necesita acaparar el acelerador para sentirse enérgico, aunque lo es al tono de 0 a 100 kph en 6.7 segundos. Siendo un bulto de VW, el 1.8 TSI no logra quitarse los grilletes por completo en altas revoluciones, pero se hincha convincentemente desde un rango medio muscular y no es necesario decir que, al final de todo, un cambio manual introducirá un nivel de colusión entre el conductor y el auto que no existía antes. La sensación de un bulto más grande y correoso va bien en la experiencia de manejo, porque la estabilidad que VW prefiere darle a sus 5 puertas no necesita menearlo para mantenerlo un poco interesante.

Anteriormente, existió una tendencia de darse por vencido sobre este asunto para finalmente permanecer refunfuñando dentro de los límites. Ahora, con un tren motriz que vale la pena usar, hay más incentivos para comprometerse con los altos niveles de agarre del chasis. Escojan el paquete de rendimiento deportivo opcional (muy barato) que tiene un interruptor para apretar los amortiguadores un poquito más.

Al presionarlo, junto con las barras estabilizadoras nuevas y más robustas, el Polo transmite la impresión placentera de su hermano mayor, lo cual significa que las carreteras estatales pasan por debajo en un borrón confiado en la capacidad de la tracción delantera y su aislamiento inteligente. Todo es muy gratificante y, en combinación con los niveles de usabilidad obligatorios de VW que lo acompañan, hace que su intransigencia a ir más allá del límite sea perdonable.

En última instancia eso, en nuestro juicio, lo hace perder ante los héroes de los súper minis – Ford Fiesta ST y Mini Cooper S– que son emocionantes en maneras en que el Polo nunca podrá imitar, pero estamos dispuestos a reconocer que ambos transmiten cierta exuberancia que no todos aprecian. Visto desde otros ángulos, particularmente en su formato de cinco puertas, el aspecto de calidad soberbia del Polo, su practicidad y un interior que invita a pasar, todo se suma, especialmente al precio que ostenta, que sigue siendo una atracción para la lógica del comprador; considerando todo, probablemente optaría por uno sobre el Renault Clío RS 200, lo que no es un cumplido muy grande, pero es aún es territorio desconocido para el Polo GTI.