Al igual que su héroe, Michael Schumacher, Sebastian Vettel fue atraído a Maranello por el reto inmenso de restaurar la antigua gloria de Ferrari. Pero mientras se sumerge en la historia abundante de la Scuderia, Vettel también mira cómo será recordado en el futuro

Piero Ferrari lo conoció mucho antes de que se uniera al equipo. Tuvieron una plática privada, la cual fue suficiente para dejar intrigado a Piero: “Hay algo acerca de él, no es común conocer a un piloto tan considerado y razonable en sus procesos de pensamiento. Me cayó bien. Nunca sabes, un día podría terminar manejando para nosotros…”

Y ahora, Sebastian Vettel es un protagonista clave en el último capítulo de Ferrari, el cual tiene como objetivo recrear los días dominantes de gloria de la era de Michael Schumacher. Un alemán recibe el bastón de mando de otro alemán. Claro, si ampliáramos la red, ya había un campeón de alto perfil de habla germana en Ferrari antes de Schumacher: el austriaco Niki Lauda que desató la primera era dorada del equipo en 1970. La segunda comenzó cuando Schumacher llegó en 1996. La tercera aún está por venir.

He visto casi todas las victorias de Vettel en la F1. Con frecuencia me ha ganado la emoción, y aún con mayor frecuencia lo he admirado. Pero sentí curiosidad cuando descubrí que después de unirse a Ferrari, en los últimos meses de 2014, pasó las noches en una casa especial en el interior de Fiorano. Era un lugar que yo conocía bien, aunque la última vez que estuve ahí fue en febrero de 1988, sólo cinco meses antes de que el Comendador muriera. Estábamos editando los cuatro volúmenes de los Relatos de Ferrari, una crónica de los episodios más importantes en la vida del ‘Viejo’.

Enzo Ferrari era meticuloso, amigo de las discusiones y frecuentemente irónico: se lanzó al proyecto con un punto de vista muy fuerte acerca del diseño y el orden de lo que sería su último testamento, con aportaciones de muchos de los pilotos que él había contratado. El trabajo realizado en esa casa pequeña en Fiorano, en la que Vettel eligió dormir, comenzaba en la planta baja en una oficina pequeña. Después del almuerzo nos íbamos a la sala en la que había sillones cómodos, una mesa de juntas grande, un librero y una televisión. Después del café, el Comendador siempre insistía en beber un poco de whisky. “Pruébalo, está muy bueno” instaba siempre. “Jackie Stewart me lo envía cada año”.

Cuando descubrí, años después, que habían transformado el cuarto en una habitación en la que Michael Shumacher dormía de vez en cuando, pareció una herejía. Pero el tiempo y la gente cambian, e incluso Piero Ferrari –devoto a la memoria de su padre– dijo: “Las cosas evolucionan: no te puedes quedar atrapado para siempre en una visión de cómo fue todo alguna vez. Lo correcto es seguir adelante”.

Vettel durmió por primera vez en la “casita” el pasado noviembre. Quedarse ahí se ha vuelto algo normal para los campeones de Ferrari, con Vettel ocupando la cama de Schumacher. Dos alemanes han entrado a la historia más íntima de Maranello. Cuando Michael llegó, sabía muy poco sobre el legado de Ferrari. Sebastian es lo opuesto; él se ha sumergido en la leyenda –ha estado comprando libros sobre Ferrari en eBay para entender mejor lo que debió haber sido en los años 50 y 60. Los dos campeones del mundo, a la edad de 27 años decidieron reinventarse en el equipo que tiene más historia y emoción de todos.

Porque aunque Enzo Ferrari se fue hace 27 años, su presencia aún se encuentra en cada esquina y oficina en Maranello: una inspiración y crítica persistentes, cuya filosofía es ley.

Mucha gente ha comparado los primeros meses de Vettel en Ferrari con los de Schumacher, pero yo creo que su inicio en el equipo se parece más al de Fernando Alonso durante el invierno de 2009 a 2010. En esos días, a pesar del título de Kimi Räikkönen dos años antes, había una sensación de que las cosas en Ferrari se salían de control y que cambios radicales ya estaban en marcha. La vieja guardia de la era Schumacher desaparecía y, al mismo tiempo, los directivos del equipo de Stefano Domenicali no eran muy conocidos.

Alonso apostó que Ferrari entraría a una era nueva de éxito con él al mando. Había recursos técnicos y económicos y Luca di Montezemolo estaba ansioso de emerger como arquitecto del triunfo. Alonso, con la ventaja de su italiano perfecto, era un visitante frecuente y enamorado de la Gestione Sportiva, manteniéndose al tanto detalladamente de cada fase del desarrollo del F10. Tenía preguntas, sugerencias y conversaciones intensas con los ingenieros y casi inmediatamente se aprendió el nombre de todos los mecánicos.

Mientras que el equipo celebraba su tradicional almuerzo navideño, Domenicali dijo: “Fernando es un personaje excepcional bendecido con un tipo de habilidad técnica que nunca imaginé. Lo que él aporta al equipo es absolutamente inmenso”. Cuando Alonso ganó la primera carrera en 2010, en Bahrein, Ferrari supo que tenían el piloto fenómeno que siempre había deseado; el elogio de Montezemolo a Alonso apareció no sólo en las páginas deportivas, sino también en las noticias nacionales.

Ésta también es la imagen de lo que le ha ocurrido a Vettel, atraído a Maranello para traer de vuelta el título mundial a Italia. Vettel ganó en su segunda carrera en Malasia, generando una expectativa enorme –y probablemente una esperanza prematura– acerca de un equipo que todavía era nuevo, con una estructura completamente fresca. En pocos meses, las expectativas se manejaron con cuidado, pero el aprecio que se tiene a Vettel no ha retrocedido.

Sergio Marchionne, presidente de Ferrari desde octubre de 2014 y director ejecutivo del Grupo Fiat Chrysler, describe a Vettel así: “Sebastian es una persona increíble con la cual podemos contar por completo en cada carrera. Es tenaz y agresivo, con una visión analítica única de cada carrera, y él contribuye en gran medida al equipo, pero de una forma muy relajada. Cuando hablo con él no tengo la sensación de estar hablando con alguien tan joven, sino con un adulto. Me gusta la manera seria con la que encara los problemas; es lo que Ferrari necesitaba. Él es completamente un hombre Ferrari”.

El jefe de Sebastian es el extrovertido director del equipo Ferrari, Maurizio Arrivabene. Él es un personaje entusiasta que gusta de hacer feliz a la gente y, al haber cuidado los intereses de Philip Morris en la F1 por muchos años, ha tenido acceso a los secretos mejor guardados del deporte, particularmente los de Ferrari. Esto incluye los contratos de los pilotos, y aunque él lo niega, la confirmación aparece cuando dice: “Conocí a Michael antes de que llegara a Ferrari. Sebastian tiene la misma cultura perfeccionista germana, prestando atención a cada pequeño detalle. Schumi era más introvertido y privado. Pero ambos estaban ansiosos en poner los puntos sobre las “ies” cuando se trataba de discutir las obligaciones contractuales…”.

Por encima de todo, Arrivabene aprecia el compromiso de Seb. Vettel no plantea objeciones ante la tarea poco emocionante de la F1 actual: pasar horas en el simulador. Llega y lo maneja, sin importar cuánto tiempo tome.

Más que nada, Vettel sabe que mucho del trabajo de un piloto contemporáneo se realiza en las sombras, pero que estas tareas tediosas pueden ser decisivas para asegurar la victoria el domingo. Y es a través de este trabajo como Seb ha fortalecido su relación con los ingenieros que no van a las carreras, pero cuyo trabajo es vital en el desarrollo del auto.

A través de una extraña mezcla de bromas en italiano (el cual habla a un nivel básico), pero efectiva, y explicaciones de ingeniería en inglés, Vettel ha fomentado un respeto mutuo dentro de Ferrari que pocos imaginaron sería tan fuerte tan pronto. Ha reavivado algo del entusiasmo que se había hecho a un lado en los meses recientes, abriendo nuevos canales de comunicación interna.

El hombre en el cual confiaba Michael era Jean Todt. Ésta era una colaboración simbólica que se convirtió en una relación fraternal más allá de la F1. ¿Forjarán Vettel y Arrivabene el mismo tipo de relación? Por ahora, todavía están descifrándose dentro del marco de una sociedad de trabajo. Tienen la música y los autos de calle entre los intereses que comparten. Ambos son directos al hablar, sin usar el lenguaje político deliberadamente diseñado para mantener a la gente a distancia.

Alonso tenía una personalidad muy diferente, pero en aquel entonces Ferrari también era muy diferente. O al menos, el Ferrari que Fernando vivió en los dos últimos años: en el cual la promesa al inicio de temporada realmente nunca se tradujo en resultados para el final de la misma. Poco a poco, la relación se desbarató y Alonso empezó a perder la paciencia. Domenicali nunca pudo ofrecerle un plan de recuperación satisfactorio. Cuando fue claro desde el inicio de 2014 que Ferrari no sería competitivo, el divorcio gradualmente se volvió inevitable. Domenicali se vio aislado.

Ferrari no le había dado suficiente presupuesto para arrancar rápido con la generación nueva de motores híbridos complejos. A fin de no ir en contra de sus superiores (como Di Montezemolo y el Grupo Fiat) tuvo que arreglárselas con personas que posiblemente no siempre estaban a la altura de la situación. Ésta fue una actitud que Alonso consideró como una rendición. Pronto, Domenicali fue presionado para renunciar.

Vettel llegó a Ferrari una vez que Marchionne –un hombre de intuición excepcional– se dio cuenta de la magnitud de los errores que la administración previa había cometido y liberó más dinero para tratar de recuperar el tiempo perdido en el primer año de las unidades de potencia nuevas. Marchionne y Arrivabene son hoy lo que Todt y Di Montezemolo fueron: una alianza sólida y transparente, haciendo fácil para Vettel expresar su punto de vista sin el riesgo de caer en malentendidos o politiquerías.

Cuando Schumacher llegó a Maranello en 1996, se encontró con un equipo desmotivado que había perdido su camino como resultado de demasiados cambios rápidos. Pero pronto la Gestione Sportiva se encaminó al plan de recuperación de Ross Brawn, Rory Byrne y otros, quienes habían jugado un papel clave en los títulos de Michael con Benetton. Esto le dio a Michael la fortaleza y confianza para continuar después de cinco años de espera, antes de conseguir el primero de sus cinco campeonatos con Ferrari en el 2000.

Schumacher sabía que las cosas mejorarían. Vettel no tiene ese lujo ya que la alineación técnica de Ferrari en 2015 es totalmente nueva para él; no hay caras conocidas de RBR. Esto hace que la habilidad de Vettel para llevarla con el personal técnico sea aún más impresionante, creando una relación de trabajo que había estado ausente un buen rato en Maranello.

Sin embargo, cuando personalidades con egos fuertes –como Vettel, Marchionne y Arrivabene– están en contacto, se necesita poco para desbordar una relación. Ninguno de los tres quiere justificar la derrota en ningún momento. Y cada uno ha aceptado el reto de Ferrari de salir de ahí siendo una mejor persona. Vettel quiere convertirse en uno de los verdaderos grandes de la F1.

Arrivabene quiere fortalecer su reputación en materia de negocios y formar relaciones cruciales. Lo que preocupa a Marchionne es el Grupo Fiat, sabiendo que Montezemolo y sus aliados están al pendiente. Cada uno está dando todo para alcanzar su propia meta.

Puede haber desacuerdos, problemas y discusiones entre ellos: todo es parte del proceso. Pero en este momento la apuesta es demasiado elevada como para que cualquiera de ellos anteponga su interés personal por encima del objetivo compartido.

BOTAS GRANDES Y SOMBRAS LARGAS, TRAS LOS PASOS DE MICHAEL

Alemania tuvo suerte. Después del retiro de Michael Schumacher en 2006, un talento nuevo de su mismo país se puso los zapatos grandes que Michael había desocupado. En 2008, el talento de Sebastian Vettel era visible para todos. Después, sus cuatro títulos lo confirmaron.

La situación me recordó al país vecino. Jochen Rindt llevó a Austria a la prominencia de F1 en 1970. Después de que Rindt muriera, convirtiéndose en el único campeón póstumo de F1, Niki Lauda siguió sus pasos. Austria acogió a su nueva estrella. Sin embargo, Alemania aún no se enamora de Vettel. Fuera de Alemania esto causa asombro.

Vettel es una persona más relajada que Michael. Más emocional. Más abierta para hablar sobre su profesión, pero menos dispuesta a hablar de su vida privada. De ahí que no aparezca en nuestro canal RTL de TV, ni en los tabloides más grandes del país. Vettel tiene de su parte a los seguidores más conocedores, pero no a la comunidad más grande de interesados en la F1.

Schumacher tuvo la ventaja de ser el primero. En medio tendría que haber dos generaciones para que entonces la gente acepte a un “nuevo Schumacher”. Schumacher dividía a los fanáticos entre gente que o lo amaba o lo odiaba, no por lo que decía, sino por lo que hacía.

En la pista era increíblemente bueno o destacaba por rudo. Vettel es, de muchas formas, demasiado limpio. Recibió el mismo respeto cuando probó que podría ser tan rudo como Michael. Cuando dijo que su coequipero, Mark Webber, no merecía ganar el ‘Multi-21’ en Malasia 2013, Vettel obtuvo el crédito. “Eso es lo que Schumacher habría hecho”.

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