CARLOS JALIFE averigua la causa de los retrasos en la pista tejana.

Se anunció hace más de un año. Al escribir esto faltan exactamente seis meses para que los F1 aparezcan en el Circuito de las Américas en Austin y los boletos no han salido a la venta. Claro, a menos que ustedes sean de los que han adquirido un derecho de apartado que por mil dólares (o más) da derecho a comprar el mismo asiento en todas las carreras que se efectúen ahí, durante 15 años, aunque no garantizan que vaya a haber F1 esos 15 años. La única respuesta que hay es que los boletos saldrán a la venta en el verano, lo cual indica que será a fines de junio cuando más temprano y el retraso está cubierto en una nube de humo que no es fácil disipar.

Desde que los socios de dinero, Bobby Epstein y Red McCombs desplazaron al promotor de automovilismo, ex piloto y creador de la idea del GP en Austin, Tavo Hellmund, a fines de 2011 las cosas han ido de mal en peor y no hablamos solamente de que están pagando mucho más por la carrera tras su intento de imponerle condiciones a Bernie Ecclestone, que les costará hasta 170 millones de dólares en 10 años. Veamos:

  • Ya perdieron los 25 millones que iba a poner el gobierno estatal de su fondo de promoción de grandes eventos deportivos, y si acaso recibirán un monto directamente proporcional a lo que se recaude de impuestos por la carrera.
  • Los dirigentes del proyecto son expertos en carreras (de caballos) y hockey, pero nadie sabe de autos y las famosas tribunas planeadas para 120,000 aficionados, no se van a construir, si acaso llegarán a la mitad de eso, peor que Fundidora en su primer año.
  • Tavo los tiene demandados y puede pedir que se congele el dinero de la taquilla para asegurar el pago de una posible victoria suya que se estima sería de nivel mayor a 60 millones de dólares, por lo cual Ticketmaster sigue en espera de un arreglo legal para poder venderlos.
  • El circuito está a medio acabar, pues las tribunas, el centro de prensa, la entrada, el paddock, los garajes, tiene avance variable –ninguno cercano a completarse– y los tiempos cada vez se aprietan más. Preocupa en especial que no se ha pavimentado el trazo –excepto unos 200 metros de los 5.5 kilómetros–, aunque si no hay lluvias el trabajo de la pista está aún a tiempo para acabar la última semana de octubre.
  • Los planes de la venta de boletos, además del derecho de apartado que nunca ha sido probado en el deporte motor, presupuestan precios muy altos, más que los de Mónaco, donde un boleto zona oro cuesta 700 dólares en la mejor tribuna y aquí los de la recta principal son un 75% más altos ($1,250). Esperemos que la demanda sea alta, pues parecen caros… y Austin no es Montecarlo.
  • Se esperan –cifras oficiales– hasta 300,000 visitantes en el fin de semana del gran premio, 80% de ellos de fuera del estado, los cuales no están interesados en el derecho de apartado. Si en realidad llegan, no van a tener sitio pues no hay tribunas para ellos y mucho menos lugar para estacionarse… y la ciudad está como a 20 kilómetros al noreste. Por cierto, cuando se hizo el GP de EUA en Indy las cifras oficiales decían que más de la mitad de los asistentes venían de menos de 500 km a la redonda. Pero seguramente los organizadores de carreras de caballos saben más que los del Indianapolis Motor Speedway que llevan haciendo carreras desde 1909.

Pero el problema mayor es la demanda de Tavo y su empresa Full Throttle Productions, para comprar la parte de McCombs, con quien tenía sociedad originalmente, pues ya hizo la oferta y si no le responden en 90 días –que se cumplen el 26 de mayo– podría tener el 40% de las acciones del complejo, aunque también existe la posibilidad que Red le compre su parte en la sociedad mutua. Y en Austin mucho se rumora que Red ya está harto del asunto y va a dejar pasar el límite pactado para que las acciones caigan en manos de Tavo por default. Si eso sucede, Hellmund tendría opción a mayoría en el consejo del proyecto y cambiarían las cosas, pues regresaría a hacerse cargo de la empresa y la organización, lo cual es bien visto en los círculos de la F1, donde se confía más en él que en unos millonarios tejanos.

¿Y que dice Bernie Ecclestone de todo esto? Simple: “Tavo escogió a los socios equivocados”. ¿Suficiente?