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Resultado de una sinergia entre Toyota y Mazda, nace el Yaris R, un sedán subcompacto que mecánicamente es casi un Mazda 2, pero con la obvia diferencia del tercer volumen –es decir la cajuela- y un frente único, muy peculiar. Sus formas apuntan hacia la deportividad aunque el auto no sea un velocista nato. Es un coche de corte citadino que tiene como premisas la calidad, un interior cómodo y bien hecho, y un manejo competente; desde esa perspectiva creemos que cumple lo que promete.

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El interior destaca por la buena calidad que se aprecia en los plásticos del tablero y las puertas. La mayoría de las superficies son suaves y los ensambles son mejores que la media del segmento. Prácticamente no hay ruidos ni vibraciones que acusen un ajuste descuidado. Los asientos son cómodos y permiten una buena postura, sin embargo, la tela que los recubre puede llegar a ser resbaladiza, lo que obliga a reacomodarnos en el asiento más de una vez. La visibilidad es buena, y el equipamiento es completo, pero nada más. Hay equipo de audio con entradas aux/USB, A/C, controles al volante, elevadores eléctricos, computadora de viaje, y una pantalla central empotrada en el tablero que muestra información de algunos de los elementos anteriores.

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En el apartado de seguridad, el Yaris R ofrece lo que la media del segmento, es decir, bolsas de aire frontales y frenos ABS. No obstante, por el rango de precios del auto y teniendo en cuenta que está fabricado en México (en la misma planta de Mazda Salamanca donde hacen el Mazda 2), creemos que debería de incluir 6 airbags y control de estabilidad ESP como elementos de serie. Un Kia Rio, por ejemplo, ofrece eso desde su versión de entrada (190 mil pesos).

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Mecánicamente es competente. Está impulsado por un cuatro cilindros de 1.5 litros que entrega 105 caballos. Es un motor que cumple su objetivo de mover al coche con cierta soltura, aunque desde luego no se pueden esperar aceleraciones de infarto, algo perfectamente normal en un subcompacto de su potencia. Está acoplado a una transmisión automática de seis velocidades que hace bien su trabajo, y eso sí, le ayuda a destacar en eficiencia pues los consumos son muy bajos, en torno a los 14 km/litro de media, llegando a 20 a ritmos de carretera; muy bien ahí. La calidad de marcha apunta hacia la comodidad, pues el ajuste de la suspensión es más bien blando.

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En resumen, es un sedán de manejo competente, que transmite una sensación de buena calidad general, aunque con un rango de precios que nos parece elevado (226 mil a 246 mil pesos) si revisamos a detalle a sus rivales y el equipamiento que ofrecen, especialmente en el apartado de seguridad.

-Victor Ortiz