• Con motor nuevo de 2.2 litros más frugal y potente a la vez • Bien equipada, mejora también en manejo y emisiones

Cuando la Jeep Cherokee de quinta generación fue lanzada en 2014 tenía un motor diésel aburrido de 2.0 litros y 168 caballos muy rígido que batallaba para impulsar la masa de 1.8 toneladas del auto con convicción. La firma automotriz estadounidense reconoció esto, y como resultado, quitó ese motor del elenco a favor de uno más potente 2.2 litros de 197 caballos; tiene 25% más torque que el previo, 324 lb/pie y hace que sea casi dos segundos más rápido de 0 a 100 kph, con 8.5s con caja automática, y da 16 kph más en velocidad tope, llegando a 204 kph. La economía de combustible combinada mejoró también a 21.1 kpl, mientras que las emisiones de CO2 caen de 154 a 150g/km.

La limitación de potencia que sufría la versión de 2 litros ya no existe. Planta tu pie derecho y tras el retraso inicial, el motor saca su magia cuando las revoluciones se acercan a 2,500, su punto de torque tope. Desde ahí, todo mejora, y rara vez necesitarás más fuerza en el mundo real. Tampoco se nota. Sólo se filtra un toque de vibración a través de la cabina, y tienes que revolucionarlo arriba de 3,500 rpm antes de que lo oigas gruñir.

Lo primero que notas sobre la transmisión automática de nueve velocidades es lo tersos que son los cambios de marcha cuando se le deja a su discreción. Cualquier intento de cambio manual es recibido con desdén, pues la caja reacciona muy lentamente y luego cambia apresurada con la sutileza de un sacaborrachos de bar.

Para una SUV mediana con cierta capacidad todo terreno, la Cherokee se maneja competentemente. El paseo es adecuado en su mayor parte, excepto por algunos brincos, pero mete a la Jeep en la curva y hay un movimiento notable en la carrocería, especialmente en caminos ondulantes, y le toma un instante establecerse.

La dirección asistida electrónicamente, es certera y puedes colocar el vehículo exactamente dónde quieres, pero tiene un peso grande que se siente inerte y no mejora la conexión entre tus manos y las ruedas frontales.

Adentro, te sientas en una posición de manejo de mando y un volante que al estilo de las vans, un toque más allá de la vertical. Los asientos son cómodos pero ofrecen poco soporte lateral. El ambiente en la cabina se ha mejorado comparado con las Cherokee previas, a excepción de los detalles en madera falsa en la parte interna de las puertas. Los plásticos suaves al tacto y la consola central tienen una sensación decente, pero no son lo suficientemente especiales como para inquietar a sus rivales premium alemanes.

El paquete estándar es generoso; el modelo superior, Limited, cuenta con una pantalla de sistema multimedia de 21 cm., Bluetooth, navegación satelital, cámara de reversa, control de clima de doble zona, asientos frontales con calefacción y asientos de piel.

No hay duda de que el motor de 2.2 litros ha mejorado la manejabilidad de la Cherokee volviéndola un paquete más completo que antes. Ser una 4×4 genuina que viene con un paquete estándar generoso también es atractivo para algunos compradores. Sin embargo, en este rango de precio no puedes ignorar la Land Rover Discovery Sport, que cuesta casi lo mismo, es dinámicamente superior y está en una liga diferente cuando se trata de calidad aparente.

AARON SMITH