La presentación del libro de María de Villota estaba programada para el 14 de octubre, pero el 11 de ese mes ella murió cuando dormía, por las secuelas del accidente de las pruebas de F1 en el que perdió un ojo, lo cual hace más inusual el subtítulo en la portada que dice: “Una mujer que pilota con mano firme su vida”.

El libro no es necesariamente de automovilismo –aunque eso lo motiva– sino que es un canto a la vida, a no dejarse vencer aun cuando te han quitado tu sueño de vida, aquel por el que trabajaste desde que tenías conciencia de ser. En el caso de María su vida, su sueño era volverse pilota de Fórmula Uno y justo cuando cumplía sus primeras pruebas oficiales con la escuadra Marussia de F1, vino el choque que la apartó por siempre de esa función en las pistas y la obligó a reinventarse, muy exitosamente, por cierto.

Es un libro muy entretenido, pero a la vez muy estremecedor y humano; particularmente toca las fibras del lector al relatar lo sucedido posteriormente al accidente, pero ella nunca pierde el sentido del humor, denotando una personalidad que no se deja vencer por la vida y que abre otras puertas cuando una se le cierra. También es posible ver la fortaleza mental de María y realmente inspira.

Sin acusar a nadie, María deja entrever la falta de apoyo –ella se hizo cargo del accidente con su seguro personal, el equipo no dio un quinto– de los ingleses de Sheffield una vez que vino el incidente, algo que fue notorio en julio de 2012 cuando empezaron aquellos comunicados diciendo que el auto no había fallado, que la telemetría los absolvía y todo lo demás. Ellos se quedaron en F1, ella vio cortada su carrera y, sin embargo, ahora María es una estrella y Marussia sigue envuelta en la mediocridad. Quizás esa sea la moraleja