Gene Haas tuvo oportunidad de entrar a la F1 en 2015, pero optó por la cautela y prefirió hacerlo en 2016, ya sobre bases más sólidas, con una conciencia mayor de lo que representa competir al nivel más alto del deporte motor, pues sus raíces son NASCAR en Estados Unidos, algo que no te prepara para la F1. Tiene una base en Banbury, la ex sede de Marussia, pero su equipo opera desde su sede en Kannapolis, EUA, junto a la sede del equipo de NASCAR, y tiene además un grupo de 70 personas en Italia en la sede de Dallara, aprendiendo a hacer un chasis para que en el futuro no dependa de los italianos. O cuando menos para que no dependa del chasis ya que el motor, transmisión y todo lo que lo dejaron comprar reglamentariamente en cuanto a geometría de suspensión y demás fierros, lo adquirió con Ferrari, a la cual le proporciona máquinas para hacer sus autos de calle, que es el negocio real de Gene en casa.
Gene ha contratado a gente que trabajó en el proyecto, fallido, de Jaguar en F1 y ha hablado con la arrogancia típica del estadounidense que dice que son los mejores del mundo y que la F1 no es problema. Pero en realidad sí es problema, pues todo lo que gasta en un par de años en sus carritos de NASCAR, es apenas lo mínimo que necesita para sobrevivir como colero, sin mucho que ofrecer en cuanto a resultados en una campaña de F1. Y eso no es aparente hasta que empiezan a llegar las facturas y los cobradores se acumulan en la puerta. Esperemos que sus flujos le alcancen para que no sea el típico caso del que entró a la F1 como multimillonario y salió de ella como millonario a secas.
Su equipo técnico no está en discusión, lo que intriga es saber si podrá amalgamar todas las filosofías diferentes para hacer que sea un equipo verdadero, unido y con el mismo propósito. El VF16 parece seguir las líneas generales del Ferrari 2015, lo cual debería hacerlo, si no competitivo, cuando menos confiable.
En los asientos tiene a Romain Grosjean, un galo con 10 podios en su espalda, que es considerado altamente por los expertos, y el mexicano Esteban Gutiérrez, quien tras un par de años en Sauber sin mucha suerte, pasó otro en Ferrari como reserva y eso le valió la recomendación, pues conoce como pocos el motor y su capacidad de recuperación de energía, lo cual Haas valora mucho. ¿Qué pasará con ellos? Sólo el tiempo lo dirá, pues un piloto es tan bueno como el auto que maneja, y el VF16 es la incógnita de 2016.