El historiador en jefe no cesa su asombro ante la suprahumanidad del nonacampeón de rallies… y lo transmite

Pikes Peak, Colorado, EUA, junio 30 de 2013, un supuestamente retirado Sebastien Loeb supera lo humano y entra al terreno de lo mítico. Pero primero hay que explicar qué es Pikes Peak, o más correctamente dicho, el Hill Climb (subida de colina –en este caso una montaña muy alta– de las Rocallosas) más prestigioso del mundo. Se corre la edición 91, empezó en 1916 aunque tuvo interrupciones por las guerras del siglo XX.

El nombre más asociado a esta carrera de 19,983 metros es el de la familia Unser, cuyos miembros han ganado ahí en diversas épocas. El atractivo de la subida es que se corre de una altitud de 2,864 metros
en la arrancada hasta 4,304 en la llegada, muy cerca de la cima. El auto promedio pierde un 30% de su potencia inicial simplemente por ese hecho, de ahí que los de turbocargadores –que no pierden la potencia por ser de aspiración de gases del escape no externos– sean preferidos.

Pikes Peak (antes Pike’s por el explorador que lo redescubrió en el siglo XIX, aunque los españoles le llamaban El Capitán desde tiempos coloniales), ha cambiado y de ser de terracería se fue pavimentando hasta llegar a 100% de asfaltado en 2012, cuando se impuso la marca de Rhys Millen en 9 minutos y 46.164 segundos a un promedio de 122.728 kph, que no parece alto, pero con inclinación de 7 grados en todo el recorrido en promedio, equivale a que cada 14 metros de ruta se sube uno en altitud. Hasta caminando es difícil.

FM_Page_072_Image_0001

Si tomamos en cuenta que aquí no hay escapes en caso de despiste, más bien son barrancos de centenares de metros de caída, y esto no es un rally con navegante que te vaya cantando las curvas, la cuestión empieza a ser muy especializada por su grado de dificultad.

Pikes Peak tomó auge en los años 80 cuando los autos de Rally Grupo B se quedaron 
fuera por las reglas y como en Colorado puedes correr lo que sea, mientras tenga ruedas, los grandes rallistas fueron a ganar en ese sitio y fueron declarados reyes de la montaña, y del mundo, pues realmente no hay una competencia tan alta en autos deportivos en todo el planeta.

Peugeot tenía ganas de reverdecer los laureles de Ari Vatanen, quien en 1988 ganó con un 405 T16. Como Loeb esta semirretirado del rallismo, se lo pidieron prestado a su hermana Citroën para que 
viera si era factible el proyecto
 y le dieron un 208 T16 con
 875 caballos de fuerza y un alerón mayor que el de muchos aviones, cortesía del prototipo de la firma gala, ese que ganó Le Mans en 2009 batiendo a Audi.

FM_Page_072_Image_0002

Loeb practicó en Francia con el auto, fue a Colorado a entrenar y decidió que valía la pena 
el reto; cuando has ganado nueve títulos de rallies y eres considerado quizás el mejor piloto de la historia, la vida tiene pocos obstáculos. Pero los del león rampante francés le encargaron a su computadora que hiciera una predicción del tiempo a lograr y el resultado fue: si el piloto puede correr todo el tiempo al 100%, tomando en cuenta el reglaje de la caja, la potencia del motor y sin error alguno en el trazo, el mejor tiempo posible sería de 8 minutos y 15 segundos (495 segundos) para un promedio de 145.331 kph.

Sebastien se subió al Peugeot marcado con el #208 la mañana del domingo 30 de junio y procedió a correr como lo que es: un superdotado. Terminó en 8 minutos y 13.878 segundos. Superó el 100% inmaculado de la computadora por más de un segundo, demostrando que sería mejor que una máquina,
si es que hubiera una máquina comparable a él. Le quitó 91 segundos y picó al récord, 15% en términos absolutos y elevó el promedio a 145.661 kph. Al ver el video de la hazaña, no hay un momento de duda, una frenada fuera de sitio, una aceleración tardía, todo el tiempo está a fondo, en la línea perfecta, inmaculado. Por algo es una leyenda viviente.

FM_Page_072_Image_0003