Virginia S. Meyer evoca a un grande del automovilismo sudamericano.

• El turismo carretera argentino es la serie más antigua que se sigue corriendo en el mundo.
• Juan fue el mayor y más exitoso de los tres Gálvez pilotos, pero Óscar siempre fue el más popular.
• Ganó nueve títulos de turismo carretera argentino: 1949, 1950, 1951, 1952, 1955, 1956, 1957, 1958 Y 1960

La historia del automovilismo argentino está signada por varias máximas que se fueron repitiendo a lo largo del tiempo: Arrecifes, la ciudad bonaerense, sigue siendo la ‘Cuna de Campeones’ con la cantidad de pilotos que brinda; se mantiene la lucha Ford- Chevrolet; y permanecen las grandes dinastías familiares.

Una historia en la cual convergen estos últimos dos temas es la de Juan Gálvez. Así como en México forjaron grandes páginas del automovilismo
los hermanos Rodríguez, en Argentina existieron Juan y Óscar Gálvez. Completó el trío un tercer hermano, Roberto, pero sólo obtuvo una victoria en Turismo Carretera. Los porteños fueron los principales referentes de
Ford en los primeros años del TC. Y desde allí comenzó la lucha encarnizada con Chevrolet, que tenía como máximo exponente nada más y nada menos que a Juan Manuel Fangio, quien dio dos títulos a la marca, 1940 y 1941, previo
a su ida a Europa y su consagración como pentacampeón de la Fórmula Uno, quizás el mejor piloto de la historia.

La Segunda Guerra Mundial frenaría la actividad automovilística, pero una vez terminada, fue Óscar Alfredo quien sacó ventaja quedándose con los títulos de 1947 y 48. Pero Juan, quien no era tan popular como su hermano mayor y no logró el reconocimiento y permanencia en el recuerdo que sí obtuvo el ‘Aguilucho’, es el mayor ganador y más campeón del Turismo Carretera en toda su historia.

Nacido el 14 de febrero de 1916 –26 años al día antes que Ricardo Rodríguez– ‘Juancito’ ganó 56 de las 141 competencias que corrió. Eso da un promedio de un triunfo cada 2.52 carreras o 39.7%. Si su historial de triunfos no impresiona, más lo hace el de títulos: nueve. Un número que se mantiene como récord a 53 años de
su última conquista. Dominó a placer
la década de los años 50. Se quedó con las coronas en el 1949, 50, 51, 52, 55, 56, 57, 58 y 60, todas ellas con Ford. A pesar de sus increíbles lauros que siguen dominando ampliamente la gran mayoría de las estadísticas del TC, no tuvo el reconocimiento merecido.

Siempre se le vio en un segundo plano respecto a Óscar. Incluso, su nombre no aparecía el autódromo de Buenos Aires. Por mucho
tiempo se llamó “Óscar Alfredo Gálvez” y hace un par de años, tras mucho batallar, se cambió a “Óscar y Juan Gálvez”. Ese merecido reconocimiento contrasta con tantos otros que deberían hacérsele; para sus hijos, Ricardo y Juan, todavía están pendientes.

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Tras los grandes éxitos casi ininterrumpidos, comenzó una
gran rivalidad con Dante Emiliozzi quien ponía en jaque su dominio,
y su idolatría, con Ford. Ese duelo lo llevaría a un final trágico. El 3
de marzo de 1963 en el llamado Camino de los Chilenos, se disputó la Vuelta de Olavarría, donde Emiliozzi era local y favorito sobre Gálvez por algunas mejoras técnicas en su Ford. Pero Juan tenía una gran ventaja cuando había lodo aunque Emiliozzi
se recuperaba si comenzaba
a secarse. Por eso, Juan sabía
que necesitaba sacar una amplia diferencia desde el inicio y con esa determinación salió a manejar.

Fue una decisión que terminó costándole la vida al no entrarle la segunda marcha en una Ese del trazado a la que se llegaba a 180 kph. Se dice que Juan no usaba el cinturón de seguridad por haber visto como murió carbonizado un colega y desde allí prefirió no utilizarlo; tampoco trababa las puertas, por el mismo miedo al fuego. Esas decisiones le fueron fatales; las paradojas del destino
le jugaron en contra porque salió despedido junto a su acompañante Raúl Cottet por la puerta de este, y fue aplastado por un tumbo de su Ford que, con mucha mala suerte, rebotó sobre su humanidad. Aquel golpeado Ford número 5 quedó tirado a la vera de ese camino que no podía entender cómo uno de los grandes ídolos y monarcas del automovilismo argentino perdía la vida de esa manera.

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Desconsolado por la trágica noticia, su hermano Óscar pronunciaba: “Un Gálvez no puede matarse en el camino”, pero la realidad golpeaba con dureza. Con el tiempo, el testimonio de Cottet fue acallando versiones de una pinchadura de neumático inexistente y detalló que no sólo la segunda no entró, sino que tampoco la primera, y que pudo ver luego partido el engranaje de bronce de la caja de cambios.

A 50 años de su muerte, se recordó a este gran campeón con un pequeño homenaje frente a lo que era su casa en el barrio de Flores. Como tibio recuerdo, el Turismo Carretera bautizó con su nombre una competencia. También lleva su nombre el trazado más largo del autódromo de La Plata pero aún no tiene
el merecido reconocimiento
que amerita un campeón de la magnitud de Juan Gálvez.