Por Fernanda Díaz

Cuando alguien habla de su mamá, puede mencionar muchas características que se asemejen a la de otras mamás en el mundo. En mi caso, podría enumerar muchas que la hagan parecer una mamá como cualquiera otra: amorosa, comprensiva, cariñosa, etc… Pero hay una en específico que la hace única y de la cual me siento muy orgullosa: Mi mamá se llama Mara Reyes y es piloto de carreras.

La mayoría de la gente al escuchar esto, reacciona con una cara de asombro y después vienen las preguntas a las cuales ya estoy acostumbrada: ¿Y no te da miedo? ¿Tú quisieras ser piloto? ¿Qué se siente? La realidad es que tener una mamá con esta profesión es algo que la hace especial. Desde antes que yo naciera, mi mamá se ha dedicado a esto, así que de niña me parecía algo normal, pero con el paso del tiempo y conforme vas creciendo, te das cuenta de que no cualquiera puede hacer lo que tu mamá hace.

El hecho que mi mamá sea piloto me hace sentir muy orgullosa de ella, porque además de ser de las pocas pilotos que existen en México, es bicampeona de Tractocamiones (no cualquiera), dos veces subcampeona de Pick Ups, fue la primera latina en correr en NASCAR, tanto en Estados Unidos como en México y muy pocas personas en el mundo pueden decir eso.

Mi mamá es una persona que no hace las cosas si no las va a hacer bien y creo que ésa es una de las razones por las que ha sobresalido y destacado entre los pilotos, tanto hombres como mujeres. Sé que esto es lo que más le apasiona y siempre la he apoyado para que lo haga. Por supuesto que da miedo ver a tu mamá manejando un coche a más de 250 kilómetros por hora, pero también es muy emocionante verla y apoyarla en todo momento. Como hija, mi papel es apoyarla y estar ahí para ella siempre, tanto en las buenas como en las malas. Para mí, ella es la mejor y sé que si alguien tiene que tomar un volante, no hay nadie mejor que ella para hacerlo.