Pocos atletas alcanzan el pináculo de su deporte; menos incluso optan por dejarlo justo cuando lo consiguen. Para Casey Stoner, sin embargo, dejar MotoGP –y cambiar de dos a cuatro ruedas– es un tema de redescubrir su pasión, según le cuenta a SAM TREMAYNE

Las imágenes conservan una sensación de triunfo sorprendente. Casey Stoner, en su primer año con Honda, se para en la cima del podio “local”. 16 carreras han dado 11 podios, 9 triunfos, y ahora un segundo título en MotoGP, todo en el día que cumplió 26. El mundo, aparentemente, está a sus pies.

Fue como un cuento de hadas para todos, menos para el hombre en el centro de la tormenta. Para Stoner, su romance con el deporte estaba en declive desde años atrás. El segundo campeonato mundial precipitó, casi instantáneamente, lo que se anunció siete meses después –cuando aún estaba en búsqueda de una tercera corona– Stoner se iba.

“Dejé de disfrutar el deporte motor”, reflexiona. “No fue algo que sucedió cuando me hice más viejo. El sentimiento siempre había estado ahí. Las cosas no se hicieron bien cuando estaba más joven, y la proporción entre las carreras y los otros compromisos se descompensó por completo. Realmente me quemé. Fue algo muy difícil con lo cual lidiar, especialmente cuando yo no quería atención, nunca quise ser famoso, ni nada de eso. Solo quería correr”.

Conforme la estrella de Stoner empezó a brillar más, y se movió a un territorio más expuesto, la singularidad de ese deseo fue cada vez más difícil de cumplir. Luego de años de lidiar con la política, con la percepción de maltrato, con críticas y obligaciones no deseadas, se marchó. Pero su escape no fue total. En enero de este año confirmó una mudanza a la serie de desarrollo de V8 Supercars (V8SDS). El cambio de dos a cuatro ruedas fue motivado por un objetivo también singular. “Intento volver a enamorarme del deporte motor”, dijo.

Hay diversas razones por las que la V8SDS funciona, al menos, como un refugio temporal. Las palabras de Stoner sugieren que necesita un descanso, pero de ser celebridad no de ir llanta con llanta con sus rivales. Tiene el beneficio de mayor tiempo con su familia, especialmente porque son menos fechas y vuelos. Y además está la libertad que le da para revisar la definitividad de su retiro: “Es algo bueno para mí, en este momento. Me encantaría que las carreras regresaran a lo que eran cuando yo era más joven, cuando nadie sabía quién era y salía y competía duro. Nunca será igual, pero sería bueno que regresáramos un poco a esa dirección. Así que llámale a esto una prueba: si las cosas no funcionan quizás no lo persiga más. Igualmente, si realmente lo disfruto y quiero continuar, puedo hacerlo”.

Inevitablemente, la transición llega con problemas indeseados. Cambiar de disciplina, después de todo, es una ruta que se intenta poco y en la que se triunfa incluso menos. Hasta ahora, en medio de un interés mediático enorme, los resultados de Stoner han sido poco promisorios. En su fin de semana de debut en Adelaide fue mezclado –golpeó el muro en la inaugural, pero remontó desde el sitio 30 al 14 en la Carrera 2– pero la fecha de Barbagallo fue incluso más deslucida, pues un choque en la primera vuelta lo confinó a tres resultados de vigésimo o peor.

Aunque muchos deportistas se pasan toda su carrera, o incluso su vida, intentando dominar su disciplina, Stoner no ha tenido problema para ir de campeón mundial a mero participante: “Casi hasta me gustó que no tuve grandes resultados, hoy todos se han olvidado de mí, así que puedo hacer mi trabajo y disfrutarlo. La noticia de que yo esté aquí ya se agotó. Básicamente, quiero perderme fuera de los reflectores, disfrutar y correr como lo hacen los demás. En MotoGP, todos esperan que vayas al frente. Si no lo haces, por cualquier razón, hay una investigación y te tiran lodo. Los fines de semana hubieran sido buenos si nadie los viera”.

Lo dice con una mueca que no ilustra la seriedad del mensaje, pues ahí está la cruz de lo que Stoner intenta conseguir en 2013. Sin ninguna experiencia previa en autos y sin kilometraje significativo en pretemporada, sería inútil juzgarlo solamente por su éxito en pista: “No se ha visto bien en el papel, pero en general hemos avanzado a pasos gigantes. Antes de subirme a uno de estos autos solo había hecho un puñado de carreras en el kartismo. Nunca había manejado un auto en pista. Solo tuvimos un par de días de prueba antes de mi primera carrera, uno de ellos pasado por lluvia, y no tuve mucho tiempo en el auto. Eso no hace más fáciles los fines de semana. Este año no depende del todo de los resultados. Confío en que, si pongo mi mente en ello, puedo aprender lo que necesito. No planeas ser rápido inmediatamente. Este es un deporte totalmente nuevo, así que obviamente tomará tiempo. Más que nada, se trata de la proporción entre trabajo y juego. Claramente mi vida entera no depende de lo que suceda entre el deporte motor y yo en el futuro cercano”.

Luego de una carrera en la que a menudo amenazó con redefinir lo que es posible en una moto, Stoner se ha ganado ese privilegio. Por ahora, su enfoque es un sabático, un intento de medir si su pasión se extinguió o puede ser re encendida: “MotoGP terminó siendo ridículo. Está bien si eres soltero y disfrutas todo el estilo de vida de viajar, pero cuando eres una persona que disfruta más la familia y los amigos, es difícil. Realmente estoy disfrutando las carreras de autos, pero necesita ser más sobre eso y menos sobre todo lo que lo rodea. Este año es de poner más énfasis en disfrutar. Quiero redescubrir por qué me enamoré del deporte motor”.