Por Carlos Jalife

Es perfectamente entendible que la FIA quiera construir un cierto camino rumbo a la F1, dejando de lado la multiplicidad de series de promoción que existen. Hace 40 años el camino era F3, F2 y F1, aunque hay un dato interesante: nunca hubo un campeón de F2 que fuera campeón de F1, pero sí muchos campeones de F3 que llegaron a la cima de la F1, lo que nos dice que brincarse una categoría era posible si se contaba con el talento necesario.

La FIA añora esa simplicidad, por ello, su excomisionado Gerhard Berger se deshizo de las series nacionales de tradición como la F3GB y fijó la F4 como primer escalón post-karts Ahora, Stefano Domenicali, ex Ferrari, tiene como misión montar una F2 FIA fuerte que termine el trabajo. La FIA aprovecha que Max Verstappen fue promovido a los 16 años a la F1 (debutará de 17), y endurece las reglas para otorgar una superlicencia, pero lo hace en una manera poco racional (ver tabla en notas de Pit y Paddock).

De entrada le dan más puntos a la F2 que no existe, o sea, forma una estructura con cabeza de oro, pero pies de barro, o peor aún, de aire. Desprecia la estructura de Renault, que siempre ha sido muy eficiente en materia de costo-beneficio y de tecnología de punta (tuvo frenos de carbono antes que la GP2, por ejemplo). Equipara a la F3 Europea con la IndyCar, y con el WEC, cuyos prototipos son muchos más avanzados tecnológicamente incluso que los F1. Le da el doble de puntos a la F2 inexistente que a la FR3.5 y abre la puerta a que la Comisión de Competencia Europea eche un vistazo al esquema porque hay quejas de que favorece a las series FIA en detrimento de las demás, lo cual es un problema. Hay muchas fallas en su esquema, pero ignorar al DTM, que ha producido pilotos como Paul di Resta, y al WTCC es tonto, pues hay muchos pilotos talentosos (Wehrlein, Juncadella, Wittmann, Pechito) en ellas.

¿Por qué no dejamos que el mercado decida? Eso de meter la mano para apoyar lo que tú quieres que sea suena a trampa… o a política mexicana. Que la relación costo-beneficio decida la serie que cada piloto deba elegir y no que un mediocre cuarto sitio en la F2 nonata valga tanto como el campeón de FR3.5. No se vale ser juez y parte, no son los dueños del deporte, sino sus reguladores, que dista mucho de ser lo mismo. Lo que me consuela es que, de todos modos, el talento siempre sale a flote.