Tras siete temporadas en la NASCAR México, incluyendo la de 2008 en la que se coronó campeón, Toño estaba listo para irse a correr fuera de la república mexicana en una serie de autos Gran Turismo mundial, en pistas con curvas a la izquierda y a la derecha, tal como aprendió en el kartismo a finales del siglo pasado.

Toño había disputado el título de NASCAR México en 2013, clasificando fácilmente al Desafío con otros nueve pilotos, y tras liderar la liguilla final una falla mecánica le costó caer en los puntos y terminar sexto, pese a que constantemente fue el más veloz sobre los óvalos mexicanos, haciendo honor a su auto que lleva el número 1 pintado en su carrocería.

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Para 2014, Toño se preparó con mayor ahínco pues había pruebas que cumplir en la serie GT y todo estaba listo para lanzarse a la aventura nueva con apoyo de la Escudería Telmex, que reconoce su ductilidad de manejo en óvalos y circuitos. Pero vino un asunto fuera de su control, la salida de su hermano Sergio de McLaren, que obligó a juntar todos los recursos de última hora para conseguir un acuerdo que le permitiera seguir en la Fórmula Uno, con lo cual los programas no prioritarios fueron recortados, entre ellos el de los autos GT en Europa.

Toño entendió que la presencia de su hermano en la F1 era necesaria, de lo contrario se convertía en culpable de los malos resultados del equipo inglés cuando era obvio que el problema radicaba no en los pilotos sino en el auto mal planeado y peor ejecutado. Sin pensarlo aceptó el golpe del destino y regresó a formar parte de la escuadra que peleará el título en la NASCAR México, sabedor que su acto de bonhomía tendrá su recompensa en el futuro, cuando haya oportunidades disponibles, quizás más pronto de lo que se imagina. Y para sus rivales, es un no deseado contendiente muy serio al título que ya una vez fue suyo.